Intentamos
alcanzar lo inalcanzable, llegar hasta ese lugar donde nada se nos ha perdido.
Abarcar más de lo que nuestras capacidades nos permiten e incluso, nos vanagloriamos
de dar muestras de grandilocuencia a través de ridículos blogs.
Y mientras
tanto tú; salvapatrias y demagogo consentido, andas perdido, descolocado, y lo
que es peor, nadie se ocupa de ti. Ni tú mismo.
Observas
a tu alrededor inventado, yendo más allá… al infinito. Vislumbras ese otro mundo
que consideramos próximo por la manía de globalizar la estupidez, que sin
embargo se ubica en latitudes lejanas a ti… y te indignas. Nos indignamos. Hacemos
una causa común ante la fatalidad e injusticia que se está produciendo… y a
otra cosa mariposa. Hemos socializado nuestra ira, nuestro cabreo, pero tú sigues
siendo el mismo idiota, la misma mierda.
Vivimos
porque sí, sin preguntarnos infinidad de cosas. Respondemos a impulsos
deformados por una sociedad enferma. Reaccionamos inapropiadamente a
situaciones banales, mientras permanecemos abducidos ante lo importante. No
estamos bien, y ni si quiera nos hemos preguntado el por qué.
Despertarse
cada día con la melancolía del que no se entera de nada, empieza a ser
costumbre. Ser un zombi se ha convertido en nuestra seña de identidad y a
veces, solo a veces, en esos breves momentos de lucidez que todo imbécil puede
tener, entiendes que esto no puedes continuar así. Te encuentras perdido pero
no haces nada.
Todo lo
que te sucede, es efímero, se distorsiona por la apatía e incolora ingravidez
del astronauta estúpido que no entiende la dimensión espacio-tiempo… Tu cara
refleja la bobería del incapaz, del indigente mental. Estás en Babia.
Te
crees inteligente, o al menos presumes de estar por encima de la media… y
resultas ser un auténtico imbécil. Un tontorrón incapaz de descubrir sus
miserias tan evidentes, como ridículas. ¡Despierta y ocúpate de tu mundo!... de
ése que alcanzas con las manos. Algunos, no muchos, te lo agradecerán.
No es
cuestión de grandes hallazgos, ni tan siquiera de indagar en lo más profundo de
tu ser… basta con salir del letargo en el que has convertido tu anodina vida y
descubrirte, quererte tal como eres y empezar a disfrutar de nuevo. Es tener la
capacidad de afrontar de una puñetera vez las heridas de tu ego y madurar para
ser de nuevo productivo.
Ser
infeliz puntualmente y vivir en la trashumancia neuronal, es una decisión voluntaria
que puede permitir al “discapacitado” descubrir los rasgos más terrenales,
íntimos y distorsionados de su personalidad; los anhelos no resueltos, las
limitaciones autoimpuestas, la incoherencia demostrada o incluso la
imposibilidad de cambiar… de ser otro.
Salir
del cascaron y atreverse a mirar a través del otro, es un buen comienzo.
Tomarnos un poquito más en serio, sin dejar de sonreír, nos ayudaría a abrir los
ojos a nuestra realidad y a saber contemplar con nitidez lo afortunados que
podemos llegar a ser. Ofrecer nuestro corazón colapsado por memeces
rimbombantes, y dejar de dar por saco a los que nos rodean permitiéndoles mayor
felicidad… estaría bien.
Porque
no nos equivoquemos; no hablo de depresión, de abatimiento, de disminución de
las funciones psíquicas… de enfermedad. Hablo de despertar, de redescubrirnos y
aceptarnos tal como somos, para poder empezar de nuevo a ser lo que uno quiera,
y pueda, llegar a ser. Sin limitaciones y por supuesto, con la ayuda de los
demás.
¡MANOS
A LA OBRA!
Oscar Ara.
http://secretoavoces01.blogspot.com.es/
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