Tú y yo
somos buena gente, me consta, entonces ¿qué nos pasa? Hablamos y discutimos por
lo de siempre, ¡la puñetera “Casta”! Descifrarte a veces me agota y el enigma
me mata. Vivimos cercanos y amigo me llamas, o hermano o hermana… “el tonto el
bote” no vale, pues tiene una tara.
Me
hablas, te oigo y no dices nada. Parece que yo no cuento, me excluyes y finges
no verme, ¡da mala gana! Discrepar es conveniente, sano y abre la mente e
incluso la aclara. Somos diversos, complejos, la educación, las costumbres, la
vida nos marca. Pero tu prisma es opaco, diferente y alejado del alma.
Es
difícil ver al otro, la imagen se empaña. Intentamos entendernos pero la lente
no encaja, se nubla, se quiebra, se raya. Nuestras dioptrías divergen y la
ceguera se instaura. Perdemos el norte, el objetivo, la causa. Mareados
seguimos, no vemos nada y tropezamos de nuevo perdiendo el camino, la ruta, la
fe y hasta la esperanza.
Razono
las causas, incluso las tuyas las cojo con ganas. Las acomodo, las mezclo y las
destripo en mi labia. Explico mis razones, mis quebrantos, mis dudas, también
tus añoranzas. Entonces descubres que no son un mantra, ¡que es posible!… pero
al rato te jartas, te ríes, te burlas e iluso me llamas.
Dices
que soy un demagogo, un soñador, un paria. Que la realidad es distinta y no caben
las flores, la utopía o la magia. No me atiendes
y divagas, me cuentas las penas, las glorias, las estafas. Tú sabes que es un
engaño, lo tuyo no cuadra. Te enojas al rato, y la escucha… la escucha se alarga.
Es en la
distancia del blanco al negro, donde los matices no encajan; los grises son sucios
y los marrones huelen, dan mala gana. Buscando un mismo fin, los atajos no
bastan. El compadreo, el amiguismo, el chupar pollas es una ventaja, para triunfar
en el mundo del genocida, del psicópata impune al que tu suerte o mi vida, les
trae al pairo. Les resbala.
Nos creemos
las chanzas, las pantomimas, la desvergüenza y hasta sus ridículas caras.
Intuyes que mienten pero, ¿quién da la talla? Entonces te paras, cavilas y
dices - ¡ya basta! - Tu equivoco es legítimo y EL MÍO y el suyo… ¡En eso se
amparan! Fabulan, pervierten, roban y estafan. Hacen de lo suyo un guateque,
una fiesta, ¡una orgía pagana! Donde a nosotros… a nosotros simplemente nos
retratan.
Y mientras,
tú y yo seguiremos agilipollados, enfrascados en nuestras ridículas batallas. Rezando
para que no nos jodan la paga, el sustento, la comida o las chuches de tu niña
del alma. ¡Sí, esas que eran tan caras! Esas que “IVAn” a quitar anteayer… ¿o era
pasado mañana?
Oscar Ara
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