Una vez
más me dispongo a aporrear el ordenador sin saber muy bien dónde me va a llevar
mi próxima reflexión. Sé el qué, pero no tanto el hasta cuándo. No lo sé, lo
prometo. El tema a tratar merece delicadeza y cuidado.
Intentaré
enfocarlo desde un punto de vista de cuestionamiento personal y humano,
buscando despertar en nuestras conciencias adormecidas por las miserias
irrelevantes y cotidianas del día a día, un halo de esperanza y de ilusión.
Los
datos si los quieres, los tienes con un solo clic. Empezaré.
Al
norte del Globo Terráqueo. Nombres como Javier, Susana y Manuel. También
Albano, Cornelia y Giuseppe, si. Incluso ustedes los de más arriba, Helmuth,
Hilda, Colette y Simone. Todos, son nombres de ciudadanos europeos, el mío
también. Representamos y formamos parte del 1er Mundo. El mundo desarrollado. El
mundo de la sociedad del bienestar y de las libertades. Ese mundo que vende un
producto sin competencia, único e intransferible. Un producto de valores tan
loables y universales como la igualdad, la libertad y la fraternidad, de todos
y entre todos los ciudadanos por igual, sin menoscabo de su sexo, raza o
religión. En definitiva, el mundo de la “DEMOCRACIA”.
¡No me
digan, qué ustedes no lo comprarían!
Pertenecemos
como digo, al mundo de las libertades y la justicia social. Libertades desgraciadamente
conquistadas en las dos grandes Guerras del pasado siglo, con la sangre de
millones de vidas que defendieron los principios e ideales nobles y justos, que
tanto costó conseguir a lo largo de la historia. Un pueblo para el pueblo y por
el pueblo. La Democracia debía de vencer al vasallaje. Para eso se lucho contra
la tiranía, la xenofobia y el autoritarismo que el Nazismo y el Fascismo promulgaban.
Ahí
estuvo Europa, siempre presente. Siempre a la vanguardia y con un papel
protagónico. Siendo parte y causa por igual. El viejo continente fue el
escenario triste y desolador del teatro de la guerra. Donde se libraron batallas
y acontecimientos cruentos y salvajes por todos conocidos. Entre los que cabe
destacar el mayor holocausto y genocidio, que la historia jamás haya vivido.
Los
opresores, se encontraron una resistencia tenaz, valiente y decidida de países
distantes ideológicamente, pero que se unieron en la lucha de un futuro más
humano y menos gris… (Sé que es una utopía y que hubo otros intereses, pero
permítanme la licencia romántica del que escribe). El resultado final, sirvió para
salvaguardar de las tinieblas al “único” mundo valido para una civilización moderna
y cada vez más globalizada en la que se iba a convertir Europa y su socio histórico
nacido de la misma raíz, los Estados Unidos de América. El mundo de la Democracia
Capitalista, dio comienzo.
Al sur.
Nombres como Mamadou, Nala, Azalee, Alika, Emeka, Kibo o Selassie son por el
contrario, nombres de algunos de los miles de inmigrantes, que durante tanto y
tanto tiempo. Mucho. Demasiado. Han ido dejando sus vidas en las tibias aguas
del Mediterráneo, por el intento de cruzar la única frontera natural que les
impide llegar al otro lado. Al rico Norte.
Nombres
fúnebres, que en su día estuvieron llenos de vida y de ilusión por el sueño de
ver y vivir en un mundo mejor. Un mundo que poco tiene que ver con el suyo. Un
mundo africano lleno de hambruna y pobreza extrema. Un mundo de mujeres
lapidadas y despreciadas. Un mundo de guerras étnicas y de niños que matan para
los mayores. Un mundo de religiones mal entendidas y que olvidaron su verdadero
dogma. Un mundo dejado y abandonado a su suerte por la llamada civilización
occidental y en el que campan a sus anchas Dictadores disfrazados de políticos corruptos
y sin escrúpulos, impuestos por occidente. Un mundo controlado por los lobbies
del petróleo, de las farmacéuticas, de los minerales preciosos y/o valiosos… que
convierten al continente africano en un caldo de cultivo siempre listo para
explotar y ser explotado.
Nombres
también en definitiva, que representan a los millones y millones de ciudadanos
que pueblan los diferentes países que integran el gran continente africano, que
fue origen de la civilización y de la cultura. El inicio el mundo, su Génesis.
Un mundo que les olvido, o mejor aún, les tenía que haber olvidado y dejado en
paz.
Países que
conforman un continente expoliado, saqueado, esclavizado y utilizado desde el
África Mediterránea del norte, al África negra del sur. Desde el cuerno de África
en oriente, a la costa Atlántica en occidente, da igual. Todo un expolio que empezó
en el siglo XVI con el envió de esclavos al Nuevo Mundo y finalizo con la Época
Colonial hace no tanto tiempo, mediados del siglo XX. Cuatro siglos de
imposición de una civilización salvadora y redentora, la europea. Sobre otra
civilización salvaje y pecadora, la africana. A la que se intento librar de sus
ritos y superchería ancestrales, sin preguntar, a las bravas. Costumbres,
culturas y creencias, que a los ojos de las puritanas mentes del “civilizado”
viejo continente, resultaban belicosas, salvajes y ofensivas. Curiosamente la
misma sociedad, el mismo viejo continente que lucho enconadamente por un Mundo
de esperanza y de libertad. Paradójico no.
Todos,
los unos y los otros, los civilizados y los incivilizados, los opresores y los
oprimidos, los ricos y los pobres, los blancos y los negros. Todos, los del
norte y los del sur, tienen nombres con apellidos, con padres y madres, con
hijos y nietos. Nombres con rostro de tez más clara o más oscura, negra o
rosada, de cabellos lacios o rizados, castaños o rubios. Nombres pertenecientes
a un mismo mundo. De océanos azules y cordilleras abruptas que rozan un mismo
cielo. Ese cielo en el que tanto aquí como allí aparece el arcoíris, producido por
los rayos de un mismo sol, cada vez que la Tierra llora a los Nombres del Sur.
Nombres
y apellidos que el azar geográfico colocó, tal vez por divertimento de los Dioses y su juego divino. En el par o impar. En el blanco o negro.
En el Norte o en el Sur. En la esperanza o en la desdicha. En la opulencia o en
la pobreza. En los vencedores o en los vencidos.
A ti
Luis, por poco y de refilón, te ha tocado la ficha ganadora del
Norte. Casi intercambias papeles con Mohammed, que por un pelo divino del azar,
gesto su nacimiento en la preciosa pero empobrecida ciudad de Marraquech. Está visto que la tragicomedia
del destino burlón y caprichoso, marca los nombres ganadores y perdedores de
salida. Y tu Luis, hoy tuviste suerte. La suerte de no ser un ilegal, un paria o
un desdichado inmigrante. Enhorabuena.
En
resumen, en un mundo de democracias ficticias y de conciencias adormecidas y
anestesiadas ante las injusticias. Solo queda rezar, con que la única solución
posible a tanta miseria humana, no sea otro conflicto mundial. Un tercero y definitivo
que descoloque las polaridades de la Tierra, harta de tanta injusticia e
inmundicia divina. Harta de llorar siempre al Sur.
"En homenaje a los ciudadanos del mundo fallecidos en Lampedusa."
Oscar
Ara
Como todos tus artículos, hace pensar mucho. ¡Qué triste e injusto puede ser el mundo que vivimos! . Que reine siempre la paz, nuestro mayor deseo .
ResponderEliminarLa paz reina cuando la justicia triunfa frente a los abusos... Esperemos.
ResponderEliminarEl mundo globalizado, pero con grandes diferencias, entre ricos y pobres, es curioso ellos los del Sur quieren llegar a Europa Norte, a vivir en la supuesta opulencia, que ésta no existe, solo un 5 % vive en la riqueza y opulencia el resto sobrevivimos y nos quejamos, pero si, nos hemos olvidado de mirar al Sur, y saber que ellos lloran, y mueren de hambrunas y guerras, y a nosotros nos libraron de los derechos conseguidos antaño, pero seguimos pecando, porque nos olvidamos de los mas necesitados.
ResponderEliminarBonito escrito.
ResponderEliminarun munod injusto, unos paises y unos lugares demasiado diferentes... gracias por este articulo tan completo, lo que esta ocurrienod en nuestros mares es demasiado duro, y no puede dejarse asi, basta de controlar fronteras y arriba con el apoyo a los mas necesitados... yo naci aqui, mi pareja llego de esa parte de Africa en la que tienen que escapar para sobrevivir, inmerso en el engaño...y el mar no puede contar nada ddespues, un homenaje a todos ellos y en especial a los que no llegaron
ResponderEliminar