Mediados de septiembre, LA EDUCACIÓN da comienzo. Empieza el nuevo curso y por ende las sensaciones intensas y contradictorias asoman con
inusitada celeridad. Da igual los años que lleves en esta profesión; horarios y
listados de última hora, informes y expedientes académicos por revisar, alumnos
y profesores perdidos por los pasillos, pagando la novatada del recién llegado,
primeras miradas cruzadas. Nervios.
Caras
nuevas a observar con disimulada intención. Deseos de captar indicios no sé muy
bien de qué. Miradas esquivas que denotan cierta introversión o nerviosa
incomodidad. Miradas desafiantes que nos examinan, para ver si seremos uno más
de tantos listillos que les aburren. Miradas perdidas que no entienden muy bien
donde están, ni que se les ha perdido ahí…
En
definitiva, miradas adolescentes, llenas de confusión y de esperanza por ver si
este año sí, es el definitivo… el año del cambio, en el que van a ser capaces
de emprender ese futuro esperanzador, que todos les prometen, si aprovechan el
tiempo aprendiendo saberes nuevos y fantásticos. Ilusos… (Perdón).
Presentaciones
de ida y vuelta, con nombres y apellidos, donde los datos son lo de menos, y la
expresión corporal lo de más. Jóvenes timoratos y balbuceantes ante la
expectación que generan sus palabras, se entrelazan con otros más locuaces y
resueltos, que se exhiben con atrevidas y divertidas exposiciones.
Primera
toma de contacto e interacción profesor-alumno, tan cerca o tan lejos por
momentos. Cómplices o verdugos, según les vaya. El yin o el yang, siempre.
Imberbes
adolescentes, demuestran incómodos en su inaugurado pupitre, castigado por el
tiempo, su naturaleza libre y ociosa. Otros muestran inconscientemente un
personaje de pose chulesca y tontorrona
altanería, que proyectarán desafiantes hacia sus nuevos compañeros de bocas
semiabiertas y ojos perdidos, alumnos embobados y descolocados ante lo
desconocido, no se sabe, si por la situación nueva o por el largo fin de semana
de fiesta y desenfreno. Los horarios desentrenados y olvidados, llaman al sueño.
Preguntas
ingenuas lanzadas al aire sin respuesta evidente, son correspondidas entre
risas nerviosas que enseguida contagian al grupo, complicidad entre compañeros,
códigos no escritos donde el profesor no encaja y casi siempre llega tarde.
Desafíos
tempranos que miden la respuesta del docente y lo delatan ante el colectivo,
que buscan deliberadamente ver el perfil que tendrá tal o cual profesor para el
grupo, durante todo el curso. Confrontaciones aprendidas de muchas batallas
anteriores, y que quieren medir cuan en serio se tiene que tomar al profe, al
contrario.
Espacios
y parcelas bien delimitadas, el uno frente a los otros, minoría frente a
mayoría, voz y jerarquía frente a sumisión y obediencia… roles otorgados o
roles aprendidos. Más de lo mismo que desilusiona al instante, desde la primera
hora. Ilusión efímera. Desilusión complaciente y reconocible.
Demostrar
ilusión. Romper programas encorsetados y fallidos. Docencia y decencia. Rol
ganado por respeto y convencimiento. Aprendizaje voluntario y querido por su
significado terrenal, y no como un acto de fe, ficticio. Potencial aprovechado
y no destruido. Saberes por conocer al alcance de sus manos, apetecibles o
rancios… esa es nuestra misión y cometido.
Hacer
de la educación una guía de búsqueda personal, de descubrimiento continuo y
equivocado que acompañe al adolescente en su curiosidad innata por aprender… ofertándoles
una formación continua, atractiva y decididamente necesaria. Integrándola en
ellos y no imponiéndosela a ellos.
Transmitir
la pasión y no tanto los conceptos. Iluminar sus rostros por la teatralización
exagerada que rompa con los monólogos soporíferos del docente pusilánime.
Atreverse a transgredir a reformar los modos y las modas, equivocarse si es
necesario. Intentando siempre llegar a nuestros clientes, abriéndonos a ellos
de igual a igual, siempre claro está que juguemos al mismo juego. Sin cartas
marcadas y con las mangas remangadas. Con esfuerzo, el nuestro y sobre todo el
suyo, el más importante… el resto está en sus manos.
“Dedicado a los profesores interinos,
colectivo más castigado por los recortes y políticas erráticas de la
administración.”
Oscar Ara
Esa pasión de docente la transmites a la perfección. Me encantó el artículo.
ResponderEliminarAsí tiene que ser la educación basada en emociones. La emoción nos lleva al aprendizaje.
ResponderEliminarA usted lo conozco 😋...
EliminarCierto, la enseñanza es la interacción de muchos aspectos, donde la emoción juega un papel fundamental.
En estos tiempos de leyes irracionales, nos lo están poniendo muy difícil a los docentes... Un saludo Jesús.