“Hola buenos días, mi nombre es Óscar y voy a ser vuestro profesor y tutor durante el curso que hoy comienza…”
Con estas originales palabras recibo cada año a los alumnos. Es una forma como cualquier otra de romper el hielo, de iniciar una relación que al terminar el curso fructificará en una complicidad más o menos estrecha, entre docente y alumno.
Soy profesor de secundaría y durante los últimos 5 años he ejercido la docencia con adolescentes especialmente problemáticos. El adjetivo tiene un significado muy amplio. Son chavales con dificultades de aprendizaje más o menos significativas. Chicos con familias desestructuradas. Inmigrantes recién llegados. Alumnos con déficit de atención. “Malos” estudiantes, sin más. Y por último, también están los muchachos en régimen de penales, que han delinquido.
El grupo que manejo podríamos decir sin posibilidad a equivoco, es todo menos “guapo”. Pero nada más lejos de la realidad, y me explico. Lo que empezó hace años como una cuestión de “mala suerte”, al llegar el último (era interino) al Centro Educativo y tener que “coger” estos grupos que otros compañeros evitaban. Ha termino convirtiéndose en una cuestión de elección personal, quería “enfrentarme” a este reto y en ello estoy. La recompensa personal de trabajar con chicos “problemáticos” y ver cómo cambian, cómo evolucionan y cómo superan sus carencias y/o problemas. No tiene precio. Es la esencia de esta profesión. Buscar las técnicas educativas y de vida adecuadas y diferentes, para que que el alumno se crezca ante las dificultades y sea capaz por sí mismo de coger el toro por los cuernos. En definitiva ayudarles a cambiar y hacerles ver que deben aprender a formarse. Si se consigue, empezarán a tomar decisiones valientes, maduras y sobre todo empezarán a respetarse.
La dificultad más acuciante en esta “tipología” de alumnos es fundamentalmente, la carencia total de amor propio. No se respetan, porque nunca les han respetado. Ni padres, ni docentes, ni amigos. Nadie. Podríamos elucubrar si es o no de forma justificada, pero esa es otra cuestión. Están acostumbrados a vivir en la reprimenda constante, en el “tú no vales para nada”, “eres un vago y un zoquete” y en muchas otras expresiones peyorativas que han asumido como propias y que ven con tanta naturalidad, que al final se las creen. Soy un vago. Soy tonto. Soy impuntual. Soy un macarra…
Entiendo que ahí está el quid de la cuestión para poder construir una base solida donde sustentar los futuros aprendizajes. El respeto. Respeto que tiene que empezar por ellos mismos, por valorarse, por ser capaz de quererse y aceptarse con sus carencias y dificultades. Que las tienen, como no, pero no son los únicos.
La cantidad de informes que manejamos los tutores al principio de cada curso, gracias al trabajo de los orientadores educativos, con los que trabajamos hombro con hombro, es inmensa. Historiales clasificados, expedientes académicos, situaciones familiares, etc… Información que leo y utilizo por motivos lógicos ante problemáticas serias, pero que prefiero olvidar. Olvidar para empezar de cero. Sin prejuicios. Porque los profesores prejuzgamos como cualquiera, y eso es un freno, un impedimento que dificultará el proceso enseñanza-aprendizaje, que no suma. No aporta.
Después de la presentación rutinaria con la que me doy a conocer a los alumnos. Les cedo la palabra para que se presenten y den a conocer sus aficiones, inquietudes, etc… En una palabra, realizo dinámicas de grupo que ayuden de una forma distendida a conocernos y a romper el hielo. Entiendo, que esto no es una pérdida de tiempo y utilizo estas dinámicas durante el tiempo necesario, una/dos semanas. Sé que hay que cumplir con un currículo, con una programación, pero sobre todo hay que cumplir con nuestros clientes, los alumnos. Los programas educativos no están para encorsetar, sino para guiar, orientar y para modificarse según aprendamos de nuestras experiencias. Es flexible, como la educación.
La docencia no es tarea fácil en estas etapas (tendría que ser vocacional), no es limitarse a dar una materia, unos conocimientos que tendrán que memorizar. Es mucho más. En lo que me concierne, es cambiar la tendencia negativa que llevan en la “mochila” los alumnos desde hace demasiado tiempo. Es hacer como el Ave Fénix de la mitología griega, volver a renacer de las cenizas para sentirse útil en esta sociedad que no perdona la mediocridad y mucho menos a los perdedores.
Y concluiré esta reflexión comentado el hándicap más relevante que puede determinar el resultado satisfactorio de mi papel como docente. La gestión de la frustración en los alumnos. Son adolescentes y mayoritariamente inmaduros. Es así ahora y ha sido así toda la vida. Pero hoy en día, en los tiempos del pelotazo, del “todo vale”, del “realice este curso fácil y sin esfuerzo”. La inmadurez propia de los chavales se ha agravado. Tienen demasiada información y no son capaces de gestionarla, de filtrarla. Las familias no ejercen en muchos casos esta función histórica de valores, de ejemplo de vida. No están. Y esto hace que sus referentes validos sean sus amigos, famosillos de la televisión e internet… No son conscientes de su propia realidad, de lo auténtico y entiende que se les coartan sus derechos… No entienden y no aceptan un ¡no! por respuesta. Se enrocan en sí mismo y no atienden a razones. Simplemente no saben gestionar, no afrontan la contrariedad. Lo que nos lleva a realizar en muchos casos, auténticos malabares y equilibrios de ensayo error, que por desgracia no siempre salen bien.
Para finalizar, quiero hacer constar mi repulsa a las medidas adoptadas y la utilización constante de la Educación Pública por parte de los diferentes gobiernos en estos años de Democracia. Al utilizar la educación como una herramienta de adoctrinamiento y no ser capaces de ver, más allá, por encima de sus temporales tiempos de gobernanza. Repulsa por no tener un campo de miras más amplio, donde el consenso entre partidos políticos, colectivo educativo y padres es fundamental. Por todo ello, tampoco estoy en absoluto de acuerdo, con el abaratamiento de la educación, los recortes, la privatización encubierta y la reforma educativa actual LOMCE, impuesta por decreto por el ministro Wert. Sin acuerdo ni consenso.
Trataré este tema en otra ocasión. Hay para escribir un libro.
Gracias.
Completamente de acuerdo. De hecho si no me equivoco,la lince quita el módulo de DPS q es el q .doy yo como orientadora y me parece un gran error
ResponderEliminarError?... Vivimos en el tiempo de error, en el país del error, de las políticas del error...
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