1ª PARTE
Se me ha ocurrido escribir en ésta ocasión de Rafa Nadal y lo haré desde lo ficticio, desde lo que representa su imagen y todo lo que es capaz de proyectar hacia el resto de los mortales, osea nosotros. Dejaré de lado por absoluto desconocimiento e interés, a Don Rafael Nadal persona.
He aprovechado como es lógiceste última conquista en Francia, su nueva final en Roland Garros que le enfrentará a su amigo David Ferrer, para escribir del Manacorí.
Pero lo grande de este personaje, es que da igual el momento, el lugar... si el que habla de él es de izquierdas, de derechas o de centro. Si es católico apostólico, o solamente romano. Si es heterosexual o metrosexual...da lo mismo, porque siempre despertará admiración, ya que se le ve como un "currante", un trabajador de lo "suyo" y por qué no decirlo, un millonario joven y atractivo. En resumen, un digno representante español ante el mundo. ¿Cómo se dice ahora? #MarcaEspaña...
Se le observa como un prototipo a imitar a idolatrar, por los valores y principios que proyecta: trabajador, humilde, familiar, tímido y reservado con su vida privada...y por supuesto por sus logros de Mega Estrella en el tenis mundial... ya que si no, podríamos pensar que estamos hablado incluso de mí (chascarrillo).
Y es aquí donde yo quería centrarme, en el significado de IDOLATRÍA... más allá de lo meramente deportivo, que muchos de vosotros conoceréis sobradamente y que yo seguramente enturbiaré.
IDOLATRÍA figura en el diccionario como:
· Adoración de la representación de una divinidad, sobre todo si es considerada falsa.
· Amor excesivo por una persona o cosa.
IDOLATRÍA es esa especie de admiración irracional que se les tiene a la gente famosa (deportistas, actores, cantantes...) de carne y hueso como tú o como yo.
Esta admiración en muchos casos puede ser merecida, pero también en otros muchos es totalmente injustificada. Porque no se puede comparar a Rafa Nadal, a sus logros casi Bíblicos, con los pelanas esos de las tertulias miserables de Tele5 (como podéis observar adoro Telebasura5), donde el mayor de sus logros es haber gritado "Gora ETA" en el programa del Gran Hermano ése...
Esa adoración a la divinidad (famoso), ese amor excesivo al otro, al mitificado, puede ser peligrosa...y no voy a perder ni un minuto con los "gualtrapas del famoseo casposo". No. Bastante perjuicio están provocando a los jóvenes en la actualidad, que los toman como referencia del dinero fácil, del pelotazo y del "para qué estudiar si me voy de tronista al Telebasura5 y me forro" (ya llevo más de un minuto)
...Cuanto mal hicieron las Mama Chicho.
2ª PARTE
Como sabemos, LA IDOLATRÍA inunda este mundo de falsificaciones y malas copias. Adoradores de mitos que idolatran a famosos de muy diverso perfil... SE PERVIERTE.
LA IDOLATRÍA como dije, es esa especie de admiración irracional que se le tiene a la gente famosa (deportistas, actores, cantantes...) de carne y hueso como tú o como yo.
Están los famosos de dudosa meritocracia y peor aún los famosillos casposos con fecha de caducidad que frecuentan las tertulias amarillas del cotilleo barato, prensa amarilla, por no decir marrón caguerilla, que inunda con su pestilencia los hogares de multitud de televidentes despistados o carentes de vida propia...porque si no, es difícil de entender.
Pero también existen aquellos casos donde esa popularidad es bien merecida. Son famosos de verdad, con un currículo ejemplar en la actividad por la que se les admira. Un ejemplo claro y que me va a servir para introducir esta disertación, es el mencionado Rafa Nadal tenista, que puede presumir de un palmarés digno de los Dioses del Olimpo. Este señor si merece ser admirado incluso hasta la locura.
Habiendo aclarado quien sí y quien no merece ser admirado e idolatrado, tenemos el efecto perverso y pernicioso de cualquier tipo de mitificación sea o no merecida...yo lo he bautizado como el “EFECTO BOOMERANG”.
¿Por qué efecto boomerang? Porque toda adoración a la divinidad es irreal, ya que ese personaje mitificado solo existe en nuestra cabeza y lo hemos moldeado según nuestros cánones de perfección e idealización soñada...y eso no es posible, ni saludable... y al final, revierte en nuestra contra. Ese “amor” excesivo al mitificado, puede ser nocivo, peligroso…
Pondré un ejemplo clarificador, que a lo mejor tenemos más cerca de lo que creemos. Aprovecharé a nuestro personaje ilustre, Rafa Nadal, como referente y modelo.
Un padre cuarentón que ha vivido todos los logros de Nadal desde que éste empezó hace ya 9 años. Tiene una afición terrible por el deporte del tenis e idolatra a Rafa Nadal como el tenista que le hubiera gustado llegar a ser. A su edad es consciente de que su sueño ya no es posible, pero encuentra en su hijo, la "víctima" ideal para sus propósitos."Yo no pude, pero mi hijo lo conseguirá si o si" (razona en su subconsciente)
Y en este punto radica el problema. Todos no podemos ser Nadal, ya que esto ocurre una vez cada cincuenta años... y el padre actúa de forma irracional y perniciosa con su hijo: exigiéndole más de lo que nunca podrá dar, presionándolo más y más cada vez que no responde, castigando al niño a perder toda la ilusión por un deporte, que de otra forma seguramente, le hubiese gustado disfrutar junto a su padre y amigos... Una pena.
De esta forma lo que podría servir como modelo a seguir, ejemplarizante, se convierte en un muro demasiado alto e infranqueable para poder ser disfrutado. El niño paga, en éste caso, las frustraciones de su padre en carne propia y entonces ¡zas!... el boomerang se ha vuelto contra ti.
Recuerden: mesura y control ante lo divino e irreal…y dedicación hacia lo tangible, lo cercano.
“Me confieso poco dado a idolatrar a nadie, solo he tenido dos modelos válidos en mí vida. Mi Abuela y mi madre. Va por ellas”
Oscar Ara del Amo
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