MUJER -“¡A mí no!”- decías.- “A mí no me va a ocurrir lo mismo que a esas otras…” “Él me quiere como siempre me ha querido, a su manera; celoso y vigilante… como un verdadero amante”.
MUJER,
tus hijos lo vivieron con la impronta del día a día, de la costumbre. Entendieron
como normal los gritos de papá, que se enfadara. Y mientras, los vecinos, al
otro lado de las paredes de papel, omitían cualquier queja… callaban.
MUJER,
poco a poco te fuiste encogiendo por el miedo. Tu voz no supo pedir ayuda, ni
socorro… ni tan siquiera un hilillo de consuelo. Tu autoestima quebró. La
soledad, la humillación y el miedo te derrotaron… te vencieron.
MUJER,
sí ocurrió. La vergüenza se hizo un hueco en el rincón donde la conciencia es
más débil y asustadiza; el temor al fracaso, al que dirán… a la chanza machista
de tanto subnormal.
MUJER,
escondiste tus temores, tus vergüenzas, tus anhelos. Incluso a ti misma te
escondiste. Te aferraste a la idea de recobrar un amor sin alma, efímero y sin
aliento. Te inmolaste sin saberlo. Lo hiciste… y lo siento.
MUJER,
cuántas veces le perdonaste. Cuántas veces te hizo creer culpable de sus
miserias, de su amargura, de sus quebrantos. Cómo fuiste capaz de perdonarle
aquel insulto, aquel desprecio… aquel primer tortazo.
MUJER,
tu único cómplice fue el maquillaje que todo lo tapa; las arrugas prematuras,
los moratones indiscretos y esos rasguños que mostraban la violencia de un
terrorista, de un psicópata… de un canalla.
MUJER,
tu familia sospechó de tus silencios. Esos malditos silencios que piden ayuda, que
insinúan pero que no dicen nada. Silencios que otorgan poder al insulto, a
pegar sin reparo, a humillar sin cuartel…. al abuso bastardo.
MUJER,
los amigos se entrometían y eso te incomodaba. Creías poder resolver el
entuerto tu solita, sin ayudas, así a las bravas. Y un día te diste cuenta de que
ya era tarde, que no había salida, que ¡PUUN! (Se acabo. Tu silencio es eterno…
se alarga)
MUJER,
acabas derrotada, tendida y ensangrentada. Asesinada a los pies de ese hombre
que solo poco después, decide poner fin a su miserable vida y terminar en
la fosa común de la cobardía. Un purgatorio fétido de la frustración del inútil,
del abusador, del fanatico visceral, del odio, de la ofuscación, del tarado
posesivo, del acomplejado… del ASESINO MACHISTA.
Y tú
MUJER, de repente te conviertes en otro dato. Otra estadística que añadir a un
papel en blanco, al que no tardarán en sumarse otras mujeres asesinadas por el
MACHISMO macabro aprendido desde el HOGAR, desde la ESCUELA. En la calle, en la
TELEVISIÓN, en la cultura y en el TRABAJO. En la sociedad en general, en la RELIGIÓN,
en la POLÍTICA y en nuestros chistes bastardos. En nuestros silencios, en la PUBLICIDAD
y en esa maldita empatía con el mamón de al lado…
Porque
no es solo un mal chiste. Es un modo retrogrado de ver la vida, que hace daño. Tanto
daño, que puede llegar a MATAR a tu madre o a tu hija… a tu sobrina, prima o
amiga.
¡BASTA
YA DE MUJERES ASESINADAS EN MANOS DE SUS PAREJAS O CUALQUIER CABRÓN
ACOMPLEJADO!
Oscar
Ara
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