El
estado febril con el que escribo este post me va a permitir desvariar o mejor
dicho, delirar, un poco más de lo que en mí ya es habitual.
En el año
2.040, España seguía en pie. Permanecía altiva y orgullosa a pesar de las
zancadillas miserables con las que insistíamos en destruir una nación de más de
500 años de historia. Quedaba demostrado que este país de ciudadanos perezosos,
no estaba dispuesto a dejarse flagelar hasta el infinito. Se puso en pie y
reacciono.
En un
mundo virtual, en un mundo verde y tecnológicamente sostenible… los aviones
sobrevolaban los cielos azules y limpios de CO2 y gases de efecto invernadero,
gracias a la energía solar fotovoltaica que desterró para siempre a las
energías fósiles, contaminantes y finitas, que mataban lentamente al planeta 20
años atrás.
Allá
por el 2019, Europa renació de sus cenizas y como hizo con la revolución
industrial, encabezo la ruptura con un Sistema caduco que llevaba al mundo
a la autodestrucción… intuyeron que había otro modo de entender la vida en la
Tierra.
Unos
años más tarde EEUU, a pesar de la oposición feroz de los grandes Lobbies, se
unió al mensaje lanzado desde el Viejo Continente… y ahora sí, con su respaldo, la economía
globalizada del consumismo aniquilador e insostenible al que nos precipitábamos,
tocaba a su fin. El planeta tendría una nueva oportunidad para evitar el
suicidio colectivo y todo el ingenio mundial se centraría en lo importante,
en mantener en pie a un planeta demasiado explotado y agotado por la voracidad
incontrolable del ser humano.
No fue nada
fácil. Economías y países en pleno desarrollo y crecimiento industrial se
negaron a escuchar semejante filosofía happy flowers e hicieron caso omiso a
los nuevos paradigmas venidos desde occidente. Países como China, Rusia e India
principalmente, se mantuvieron al margen del nuevo orden mundial. Sus visiones
cortoplacistas, junto con un aislamiento histórico hacían difícil llevar al
entendimiento. Su actitud decadente tendría sus consecuencias.
Año
2015, las prospecciones en busca de petróleo que realizo la compañía Repsol en
las Islas Canarias con el beneplácito del Gobierno español fueron todo un éxito,
tanto para la compañía a nivel estratégico, como para la deficitaria posición
de dependencia energética del Estado español.
No pudo
ir mejor… pero si a peor. Un año después y sin que se sepan muy bien las
razones, desde las plataformas petrolíferas miles de millones de litros de
petróleo se perdieron por las transparentes aguas del archipiélago canario,
contaminándolo todo, matándolo todo, acabando con todo.
La
catástrofe ecológica fue de tal alcance, que los insistente “hilillos” negros de
muerte y destrucción llegaron por el sur hasta las costas de Senegal y por el
norte hasta las frías aguas de la Bretaña francesa. Miles de kilómetros de
aniquilación masiva, que ocasionaría la quiebra definitiva de la compañía energética
española, y el hundimiento del Gobierno bipartito (PP/PSOE), nacido anti-natura
y por la necesidad de evitar la llegada del populismo bolivariano de Podemos al
poder.
Este trágico
hecho catapulto y puso en el candelero mundial las ideas hasta entonces
“delirantes” e “irrealizables” que defendían las políticas verdes y sostenibles
en un planeta al borde del colapso. Políticas que se alejaban por completo del
poderío de las grandes multinacionales energéticas y su influencia en los usos
y costumbres de una sociedad demasiado acomodaticia… lo que sin duda, tuvo también
consecuencias en las otras grandes corporaciones internacionales que se
reparten el pastel de las “necesidades humanas”; Farmacéuticas, Financieras,
Armamentísticas, etc.
En el
2017 en España, tras el paroxismo que supuso la mayor catástrofe ecológica de
la historia en aguas del Océano Atlántico, el bipartidismo comandado por un
Pedro Sánchez dubitativo y su lugar teniente Soraya Sáenz de Santamaría,
termino por claudicar y convoco elecciones anticipadas.
Ahí apareció
la fuerza imparable de Podemos, fusionado con IU en un solo partido. Los 3 años
de maduración del partido del circulo lila, sirvieron para reafirmar sus
ideales y convertirlo en una alternativa más creíble y madura, más aún al saber
consensuar sus políticas “revolucionarias” con otras más “pragmáticas” como las
de Ciutadans de Albert Rivera, que sorprendentemente se unió al proyecto de
Gobierno de Pablo Iglesias. A esta mezcla de colores morados, rojos y naranjas
se les sumaría el verde de los ecologistas… lo que contó con el beneplácito del
80% de la ciudadanía demasiado cansada de la política resultadista del
bipartidismo.
La misma
visión apocalíptica que ayudo a Podemos a presidir el Gobierno español, fue
tomado como referente en un mundo demasiado interrelacionado y tuvo un rápido
contagio viral en el resto de Europa, empezando por el sur con Portugal,
Italia, Grecia e incluso Francia… y continuando por el norte con Irlanda,
Bélgica, Holanda, Dinamarca…
Todo
ello tenía una explicación muy simple. Lo ocurrido en aguas de Canarias 2 años
antes, representaba para el “mundo civilizado” una imagen demasiado dolorosa y
trágica con la que convivir. Las que fueran Las Islas Afortunadas se
convirtieron de la noche a la mañana en Las Islas de la muerte, del terror. Este
dramático hecho y las crecientes desigualdades sociales se convirtieron en el
germen necesario para que los ciudadanos y políticos de todo el mundo abrieran
los ojos y entendieran que, o cambiábamos o pereceríamos por la locura de una
civilización caníbal y autodestructiva.
Se
puede decir que Europa entendió el mensaje que la ciudadanía mandaba a sus
gobernantes con las múltiples manifestaciones, movilizaciones y disturbios que
se producían sin descanso en todos los rincones de la Vieja Europa… y fue desde
Bruselas, donde los grupos progresistas aupados por la fuerza que les daba la
población, los que cambiaron el rumbo de la historia al firmarse el “Green
Treaty”, ese 20 de Noviembre del 2019 tan familiar para algunos.
Un
nuevo modo de ver la vida en el planeta empezaba a resurgir cual Ave Fénix de
las cenizas terribles nacidas en tierras Canarias. La desgracia que denostó el
ecosistema canario por 100 años, y que truncaría su desarrollo turístico para
siempre, fue paradójicamente la llave que abriría la puerta a una nueva forma
de entender, ser y comportarnos con nuestro hogar que es la Tierra…
Y lo
que paso con los chinos, indios y rusos se me ha olvidado… es lo que tienen los
sueños y los delirios de un griposo ya curado. Felices sueños.
Oscar Ara