Necesito silencio para
escucharme por dentro. Susurros, dislates… el murmullo cotilla de mi
pensamiento.
Transcurren los días y las
horas despacio... como solo pasa el tiempo cuando se atiende en exceso. Eterno,
cansino… inmenso letargo.
Dislocado me encuentro hace ya
tiempo. Confuso, perdido, timorato y flaco de afecto.
Divago despierto y olvido muy
pronto. Al rato alucino sin hierbas ni porros… sueño y razono de nuevo. Empiezo
de cero y vacío. El eco es mi amigo, mi único tesoro.
Disperso estoy, no sé, no me
aclaro. Cambio mis roles. Me muevo, sonrío y hablo… luego callo. No sé, ando
despistado. Sensible, tontuno… algo descolocado.
Edad. Vivencias, locuras y
risas. Amor, distancias y desencuentros. Despedidas. Experiencias de vida que
suman y restan… y rasgan y muestran la arruga salida del alma.
“Despacio. Hay tiempo”- me digo embobado -“Camina sin prisas y disfruta del viaje… del calor, del paisaje. De
la esencia y el aroma de cada instante”.
Amigos tengo. No muchos, son
caros. Salimos o entramos, depende del barro… hablamos, reímos y confesiones nos
damos. Los amigos no fallan, se equivocan, disienten. Tontolaba me llaman… ellos nunca
mienten.
Reciclarse. Ajustar tendencias.
Modos y modas. Reescribir la historia. Borrar las heridas de garabatos torcidos
y empezar a escribir de nuevo... esta vez con mayúsculas, acentos y sueños.
Tiempos de cambios inesperados.
Bruscos, dramáticos…también llorados. Cambios que el corto plazo no entiende,
lo suyo es el ahora, el presente. Cambio vital, decidido y pactado… cambio
bendito. Bendito cambio.
Tránsito desconocido. Futuro incierto,
excitante y raro. Destino oculto, borroso, opaco. Colores muchos, rojos, verdes
o azules… e incluso negros, grises o blancos, para imaginar ese cuadro… de trazos
vivos y alegre retrato.
Oscar Ara