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domingo, 17 de enero de 2016

SILENCIOS DE MUJER


MUJER -“¡A mí no!”- decías.- “A mí no me va a ocurrir lo mismo que a esas otras…” “Él me quiere como siempre me ha querido, a su manera; celoso y vigilante… como un verdadero amante”.
MUJER, tus hijos lo vivieron con la impronta del día a día, de la costumbre. Entendieron como normal los gritos de papá, que se enfadara. Y mientras, los vecinos, al otro lado de las paredes de papel, omitían cualquier queja… callaban.
MUJER, poco a poco te fuiste encogiendo por el miedo. Tu voz no supo pedir ayuda, ni socorro… ni tan siquiera un hilillo de consuelo. Tu autoestima quebró. La soledad, la humillación y el miedo te derrotaron… te vencieron.
MUJER, sí ocurrió. La vergüenza se hizo un hueco en el rincón donde la conciencia es más débil y asustadiza; el temor al fracaso, al que dirán… a la chanza machista de tanto subnormal.



MUJER, escondiste tus temores, tus vergüenzas, tus anhelos. Incluso a ti misma te escondiste. Te aferraste a la idea de recobrar un amor sin alma, efímero y sin aliento. Te inmolaste sin saberlo. Lo hiciste… y lo siento.
MUJER, cuántas veces le perdonaste. Cuántas veces te hizo creer culpable de sus miserias, de su amargura, de sus quebrantos. Cómo fuiste capaz de perdonarle aquel insulto, aquel desprecio… aquel primer tortazo.
MUJER, tu único cómplice fue el maquillaje que todo lo tapa; las arrugas prematuras, los moratones indiscretos y esos rasguños que mostraban la violencia de un terrorista, de un psicópata… de un canalla.



MUJER, tu familia sospechó de tus silencios. Esos malditos silencios que piden ayuda, que insinúan pero que no dicen nada. Silencios que otorgan poder al insulto, a pegar sin reparo, a humillar sin cuartel…. al abuso bastardo.
MUJER, los amigos se entrometían y eso te incomodaba. Creías poder resolver el entuerto tu solita, sin ayudas, así a las bravas. Y un día te diste cuenta de que ya era tarde, que no había salida, que ¡PUUN! (Se acabo. Tu silencio es eterno… se alarga)
MUJER, acabas derrotada, tendida y ensangrentada. Asesinada a los pies de ese hombre que solo poco después, decide poner fin a su miserable vida y terminar en la fosa común de la cobardía. Un purgatorio fétido de la frustración del inútil, del abusador, del fanatico visceral, del odio, de la ofuscación, del tarado posesivo, del acomplejado… del ASESINO MACHISTA.



Y tú MUJER, de repente te conviertes en otro dato. Otra estadística que añadir a un papel en blanco, al que no tardarán en sumarse otras mujeres asesinadas por el MACHISMO macabro aprendido desde el HOGAR, desde la ESCUELA. En la calle, en la TELEVISIÓN, en la cultura y en el TRABAJO. En la sociedad en general, en la RELIGIÓN, en la POLÍTICA y en nuestros chistes bastardos. En nuestros silencios, en la PUBLICIDAD y en esa maldita empatía con el mamón de al lado…
Porque no es solo un mal chiste. Es un modo retrogrado de ver la vida, que hace daño. Tanto daño, que puede llegar a MATAR a tu madre o a tu hija… a tu sobrina, prima o amiga.
¡BASTA YA DE MUJERES ASESINADAS EN MANOS DE SUS PAREJAS O CUALQUIER CABRÓN ACOMPLEJADO!

Oscar Ara


      

miércoles, 17 de septiembre de 2014

¡MALDITO SEAS!



Ruin y cobarde, así eres tú. Un miserable que se alimenta de los demás, destruyéndolo todo a tu alrededor… sin compasión.

Tu sola presencia es sinónimo de terror y miedo. La historia te precede como el asesino desalmado que eres. Un criminal sin conciencia.

No se te reconoce ni religión, ni dogmas divinos. Ni filosofías o paradigmas de vida. La muerte es tu juego, tu vida… tu rol. ¡Maldito seas!

Deambulas y jugueteas a la ruleta rusa. Sorteando inmisericorde la maldición de tenerte cerca, demasiado cerca… y lo haces sin avisar. ¡Cobarde!

Tu crueldad te lleva a no entender la naturaleza del hombre, a no saber discernir entre las vidas noveles o las vidas viejas, entre los seres queridos o los seres despreciables, entre éste o el aquel. Eso te da igual… tu sorna y sarcasmo es doloroso. ¡Eres un mierda!

Permaneces quieto e inerte, fumándote un pitillo mientras observas de reojo a tu próxima presa; inocente y confiada presa. El principio del fin ha comenzado.

Tu voracidad es variable, como buen carnicero que eres, y sometes a tu víctima a un tiempo de tregua, que finalizará cuando tu hartazgo caníbal desaparezca. Es la única esperanza que nos queda para poder escapar de tus garras. ¡Bendita arrogancia!


No conoces de ilusiones, ni de futuro, ni de esperanza. Eres ciego a la vida, al amor, a la familia o al amigo del alma. Tu mundo de tinieblas no necesita de eso, pues la basura, el vomito y la carcoma, es tu hábitat… tu maquiavélica chanza.

Viejo y eterno enemigo del hombre, nunca descansas. Tu experiencia de guerrillero se mimetiza en la selva de nuestras entrañas y te burlas y te mofas y te jartas de nuestra ingeniosa torpeza de bata blanca.

La certeza de nuestra presencia, no te amilana. Al revés, te envalentona, te hace más temible y voraz… una miserable alimaña.

No se te conoce género, pero a mí no me engañas. Eres varón, un puto mierda que solo se excita cuando coge su carnaza por la espalda; para violentarla, humillarla, deprimirla y matarla. Eres el macho cabrío, el diablo… el infierno en el alma.  

Tu nombre no es femenino, porque no sabes crear belleza, ni la hermosura del bebe que lleva la madre en su vientre, en las entrañas. Ni lucharías con locura por él, a sabiendas de que se va, de que se pierde… de que se escapa.


Tu nombre nunca puede sonar a luz, a cariño… a la caricia y ternura que solo puede dar una madre - mi madre - … la mujer, la abuela, la tía o la hermana.

Tú, MALDITO CÁNCER, eres un simple bastardo que se llevo lo más preciado para una madre - a su hijo - a mí hermano, al nieto, al sobrino… y simplemente lo hiciste porque te divertía, ¡porque te dio la puta gana!

Para todos los que sufren y sufrirán esta mierda de enfermedad, no me hagan caso…  

Porque lo que hay que hacer, es plantarle cara decididamente al CANCER, y no perder nunca la ilusión, ni la esperanza por los nuevos fármacos, por el I+D+I, por los funcionarios e investigadores de bata blanca. ¡Por ellos hay que rezar! Y no por ese Dios timorato y endeble ocupado en mil batallas.

Hermano hazme sitio que iré, tardaré un ratico pero iré a tu lado…

Se lo dedico a mi madre y a todas las madres que sufrieron o están sufriendo la pérdida de sus bebes… ¡Y a ti también papá!



Oscar Ara

P.D: Habrá quien lo vea demasiado duro y trágico… tiene razón ¡Lo es!