"Con el
puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos."
(Indira Gandhi)
Una imagen me impacto; ¡Vi unas Manos!
Se han
fijado en sus manos.
¡Mírenselas!
Pierdan
un minuto y fíjense en ellas; en esa mancha nueva que nunca viste, esa pequeña
cicatriz que ya no recordabas, ese dedo meñique que en su juventud fue recto y
ahora le ha salido una "joroba deduna"... o en esa dureza perenne conseguida a base
de mucho esfuerzo, demasiado.
Mírenselas.
Sus viejas o jóvenes manos, sus trabajadas y anchas manos, las manos entre las
manos, las superhéroes de las manos. Miren las manos de sus niños pequeños,
sean hijos, nietos o sobrinos, son todas iguales; minúsculas, perfectas y
rechonchas... aún por definir. Tan dulces y delicadas manos.
Mírense
e intenten verse reflejados en ellas. Denles vida y piensen qué les dirían; si
las trataste bien o nunca te preocupaste de ellas... Descúbranlas por un momento e
indaguen. Son ustedes en sus manos.
Hay
manos de dar más que de recibir o manos hábiles de mentiroso trilero. Hay manos
delicadas y tiernas o manos que infunden terror y miedo. Manos castigadas y
agrietadas por la vida o manos enfundadas siempre en guantes de seda. Hay
infinidad de manos, incluso en una misma persona, hay diversas manos.
Las
manos nos definen, son nuestras acciones, ejecutan nuestras bondades o nuestras
perniciosas miserias. Son el puñetazo o la caricia. El dedo acusador o la palmada en la
espalda. Es la mano opresora o la mano redentora. La mano que aprieta el
gatillo o la que sostiene, sujeta y da equilibrio. Tú mano.
Existieron
manos como las de Sorolla, Picasso o Dalí. Manos de artistas, generadoras de
ilusión, celebres y creativas. Manos ilustres. Pero también existieron manos como las de
Stalin, Hitler o Franco, manos de puño cerrado e índice inquisitorial. Manos
segregadoras y asesinas. Manos manchadas de sangre. Todas, las unas y las
otras, son manos de un mismo mundo, de un mismo tiempo e incluso de un mismo
lugar. Manos de terror o de esperanza. ¿Tús manos?
Hace unos días vi publicadas en la prensa, unas fotos de un inmigrante con las
manos heridas, destrozadas y remendadas. Eran manos africanas. Seguramente
exiliadas, expoliadas y abandonadas. Casi mutiladas. Despellejadas por la
acción miserable de otras manos serviles y cómplices de una mano superior. Una
de mayor rango. La mano Imperial del neoliberalismo más rancio. Una mano embustera, envuelta
siempre por unos finos guantes de falsa democracia y libertad, que tapan la
podredumbre de un Sistema con afiladas garras, que como buen depredador carroñero,
ataca a las más débiles e indefensas manos de este mundo global. Las manos del
violentado, esclavizado y utilizado inmigrante africano...
Es la
mano que mece la cuna. La que decide quién puede ganarse la vida con sus manos
o quién tiene que sufrir en sus propias carnes, las cuchillas de la
humillación, de la indignidad y de la barbarie.
Esas cuchillas, convierten en auténticos
fascistas y retrógrados del Medievo, a aquellas manos participes de
la opresión más contumaz, perturbada y vergonzante que se pueda recordar. Son
las manos de la vergüenza, que permiten la vil crueldad de que otras manos, tras
huir del hambre, la miseria, las enfermedades y las guerras… acaben humilladas
y desposeídas de dignidad, al pender como colgajos de “pincho moruno” en las vallas
de Melilla. Las Vallas de la sin razón y de la demostración más palpable de la
involución de la especie humana.
En
nuestras manos está que esto no ocurra. Exijamos abolir de nuevo esta ley, aprobada
por Zapatero en el 2006 y 1 año después retirada
por salvaje y equivocada.
Juntemos
nuestras manos y digamos no a la intolerancia, a la desigualdad y a la
xenofobia.
Mostremos nuestras manos sin cuchillas, abiertas de
par en par. Ofrezcámosles cobijo y ayuda, aunque sea porque algún día puedes
ser tú el que se encuentre enganchado en la valla de la desdicha y la miseria
que es la vida, y necesites ser ayudado, curado y acariciado por las manos
del oprimido del "diferente".
Porque
ningún ser humano es ilegal. ¡NO, A LAS VALLAS ASESINAS DE MELILLA!
“Me reconforta saber que también existen manos
como las de mi abuela, las de mi madre o las de tantas y tantas mujeres, que han contribuido a sustentar el mundo como hasta ahora, haciéndolo un poco más
soportable y humano”.
Oscar Ara
Como muy bien dices, las manos reflejan cómo somos. Ponen los pelos de punta las manos de la vergüenza. ¡Mucho ánimo!.
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